domingo, 9 de marzo de 2014

CORTIJOS, EL LEGADO QUE SE PIERDE.



En nuestro municipio podemos encontrar una gran cantidad de fincas que denota que nos hallamos en una tierra claramente marcada por las grandes propiedades, donde cada uno de ellas se encuentran presididas por un cortijo como casa residencial. Entre los más importantes podemos citar algunos como los Bayones, las Noras, el Freixo, el Barroco, el Talegón, los Arrifes, el Ariero…

 (Cortijo de los Morines)
Al cortijo se le considera como una casa o hábitat rural que normalmente se encuentran alejadas o aisladas de las aldeas; que consta de una zona de viviendas,  varias dependencias para animales (cuadras, pocilgas y cercados de piedra), los pajares o granero y los estercoleros (utilizados para abonar los terrenos de labranza); pero lo que le daba enjundia o renombre era la extensión del territorio o terreno.
El apogeo de estas edificaciones se dio en el s. XVIII lo que evidenciaba una economía marcadamente enraizada en la naturaleza donde la agricultura y la ganadería se convertían en los elementos fundamentales de la riqueza de la sociedad del momento.
            Estos emplazamientos daban respuesta al alojamiento de las personas para evitar el continuo traslado a las localidades próximas, lo que conllevaba pérdida de tiempo en el desplazamiento (se trabajaba mientras duraba la luz del día) y el abandono de las pertenencias (aperos de labranza) y del ganado en la noche.

           (Quinta de San Juan)
          En estos lugares llegaron a vivir varias familias, especialmente unidas al terruño, ya fuera de manera autónoma con una economía de subsistencia (huertas de las Moreras, de Figueredo, Vargas…) o ligadas a los “señoritos”, dependiendo de un sueldo.  El tamaño de las propiedades agrícolas o ganaderas se sitúan en el ámbito del latifundio que explican las relaciones socioeconómicas de los siglos XIX y XX (jornaleros de sol a sol, emigración, propietario, atraso productivo…)
            Entre las dependencias más importantes, podemos distinguir la cocina, que al igual que las casas de nuestro municipio, tenían una chimenea alentejana donde se cocinaba, se secaba y ahumaba la chacina; convirtiéndose en la zona más importante en torno a la cual se reunían las familias y los jornaleros contratados para la temporada de la cosecha. Los asalariados disponían de unas habitaciones para dormir, que habitualmente eran de uso colectivo, o por el contrario se desplazaban andando o en burros al pueblo más cercano; los guardas, encargados o caseros disponían de vivienda propia, que eran edificaciones austeras y sencillas. La vivienda del propietario generalmente se encontraba independiente de las demás, aunque conectadas al conjunto, pero siempre con mayor número de dependencias que mostraban mayores comodidades y con mejores estructuras y materiales.
            Evidentemente el tamaño y calidad del cortijo estaba en función de la extensión agraria y del número de cabezas de ganado de los cuales obtenían los beneficios económicos.
            El agua que les abastecía provenía de norias, fuentes o pozos;  era utilizada para el uso doméstico, para calmar la sed del ganado y para los riegos de las huertas. 

           (Los Bayones)

              Podemos destacar una serie de árboles; ya que su presencia, se puede observar en mayor o menor medida en estos lugares. Una de estas plantas son las parras, que se solían emplazar en la salida de las puertas;  asociadas a ellas se encontraban los asientos de mampostería, creando un espacio muy acogedor para soportar las noches cálidas de verano; además, de ser un punto de encuentro, para la convivencia de todos los residentes de estas construcciones rurales;  otro árbol incorporado como adorno de las entradas es la palmera, normalmente en pares, que se colocaban delante de la fachada principal.
Actualmente, podemos hallar tierras que han transformado sus fuentes de ingresos, han pasado de las explotaciones cerealistas o ganaderas a las de regadíos de hortalizas o frutales como la Chinquinquira y la Viña de los Matos.
            La explotación cinegética de estos lugares es de carácter irrelevante, ya que prácticamente la totalidad de ellas se encuentran integradas en las diferentes sociedades de cazadores del municipio; con la excepción de la finca de los Zorros donde el aprovechamiento ganadera convive con la cría de algunos cérvidos, los cuales son destinados al disfrute personal de la caza.

           (Cortijo de las Playas Altas)

           En las empresas ganaderas cuya fuente de ingreso son las reses bravas aparecen otras edificaciones como los tentaderos donde se juntan novilleros y toreros para comprobar la bravura de estos animales. Este tipo de fincas se localizan en la zona sur de nuestro municipio, como por ejemplo las Noras, el Freixo, el Romal (hasta el año 2012) y los Arrifes, este último en la zona oeste. Si nos fijamos, en la mayoría de estos espacios se encuentran en los terrenos que nos delimitan con los de Táliga y Alconchel, (considerado como un triángulo mágico para los amantes de la tauromaquia)

           (Cortijo de las Playas)

             Este patrimonio cultural se va perdiendo poco a poco, ya que aquellos de menor entidad van cayendo presa del olvido y el aislamiento, lo que conlleva posteriormente a la caída de techos y muros; y al final su desaparición, siendo absorbidos por la circundante vegetación.
            Estos últimos reductos arquitectónicos, que una vez han llegado a la soledad, se convierten en espacio de reproducción, atalaya y cobijo para diferentes especies faunísticas, permitiéndoles  pasar el invierno o sirviéndoles de protección ante sus depredadores. Analizando los diferentes rincones de estos inmuebles podemos distinguir en su interior golondrinas, gorriones, palomas y lechuzas y en su exterior, tejados y chimeneas, cigüeñas blancas, cernícalos primillas, mochuelos y cárabos. Entre los mamíferos descubrimos ratones, jinetas, zorros y algún esporádico murciélago. 

                     (Falco naumanni)        
            Haciendo un básico estudio toponímico de los nombres de los cortijos o fincas que se distribuyen salpicando de blanco nuestro municipio, podemos encontrarnos con una gran variedad; algunos de los cuales, se pueden agrupar en torno a varios conceptos. La mayoría de estas agrupaciones tienen su origen en la dialéctica portuguesa:
            Así podemos descubrir nombres alusivos al denostado lobo como:
  • El Lobato.
  • Rabos de lobo.
           
También aparecen otros animales para nombrar las fincas:
  • Los Zorros.
  • Las Zorras.
  • Peña del Gato.
  • Coto de Perros (Cú du cao)
 Otro grupo lo forman las fincas  que utilizan las plantas para nombrarlas:
  • El Chaparral (arbusto, chaparro de poco porte)
  • Bayones (planta que crece en los márgenes de arroyos y riveras y que es muy abundante en la zona donde se enclava esta finca, también se piensa que podía venir de un dueño anterior a los actuales de apellidos Bayoes)
  • Viña de los Matos (matas)
  • El Alcornocal.
  • Moreras.
  • Retamal.
  • Freixo.
      Mayoritariamente aparecen aquellos que llevan el prefijo “Val”, el cual se utiliza para designar los lugares por donde discurre un modesto arroyo o cauce de agua.
  • Valborco
  • Valongo (valle largo).
  • Valdecuellos (valle de conejos).
  • Valdequinteros.
  • Valdecebadal.
  • Valdelinares.
  • Val de Cuevas.
  • Valdelagaga.
  • Valdecaballos.
  • Valdelagrana.
 Destacamos aquellos que llevan el término “monte”, cuya procedencia viene del portugués “cortijo”. Aquí se dan casos de alteración toponímica al sustituirse el portugués por el español. Por ejemplo: Monte Nuevo (que viene de la traducción del portugués: Monte Novo) Al pasar a la forma española se pierde el sentido original: "Cortijo Nuevo" para hacerlo como Cortijo "Monte Nuevo". Así podemos hallar:
  • Montes Nuevos.
  • Monte Alto.
  • Monte Seco.
  • Monte Otero.
  • Montelongo (Término asociado a la sierra de Montelongo)
  • Monte Blanco.
  • Monte Tiesa.
  • Montiño.
Hayamos aquellos que su evidencia portuguesa queda manifiesta solo con leerlo:
  • Noras (norias, según sus propietarios la fuente que allí se encuentra tiene una gran abundancia de agua)
  • Pociño (pozo diminuto o pozo pequeño)
  • Oiterón (Otero, Colina pequeña)
  • Coitada (pobre, puede hacer alusión a tierra pobre)
  • Freixo (fresno, árbol de carácter rivereño que crece con relativa abundancia en los arroyos que discurren por esta finca)
  • Pel Preta (piel negra)
  • Rego de Oro (riego)
  • Poisoas (En esta finca se documenta un milagro que hizo Nuestra Señora de la Fuensanta a José Joaquín, que habiendo perdido doce vacas, esta Virgen hizo que se le concediera el deseo de encontrar la docena de estos animales perdidos, echo acontecido en 1823)
 (Cortijo de la Piedra Furada con San Jorge de Alor al fondo)

Otros reciben el nombre de Santos:
  • San Gil ( en esta zona encontramos que cortijo, cerro, atalaya y huerta llevan ese nombre)
  • San Andrés.
  • Santa Catalina.
  • Quinta de San Juan.
  

                                                        (Quinta de San Juan)



Podemos descubrir terminologías diferentes a los anteriores:
  • El Ariero (se suele asociar a  “el Arriero” pero sin una base objetiva)
  • Sesera (puede dar a entender erróneamente que hace referencia a aquella parte de la cabeza del animal en la que están los sesos, pero este término hace referencia a unos sauces que se hallaban en ese lugar)
  • Alto Ventoso (este cortijo se encuentra en un lugar desprovisto de vegetación, en una zona ligeramente elevada donde da mucho el viento, por lo que su ubicación y sus características ambientales han llevado a recibir ese nombre)
  • El Rincón (espacio localizado entre el Guadiana y la rivera de Táliga, lo que da la sensación de estar en un rincón del municipio)