En
la sierra de Alor podemos encontrar:
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NOMBRE
  COMÚN 
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NOMBRE
  CIENTÍFICO 
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Gladiolo
  silvestre o lirio de San Juan 
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Gladiolus illyricus 
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Gladiolo
  de campo 
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Gladiolus segetum o italicus
  (sembrados) 
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Mazuca,
  patita de burro 
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Iris sisyrinchium 
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Lirio
  de invierno 
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Iris planifolia 
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Lirio
  español 
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Iris xiphium 
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Lirio
  hediondo 
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Iris foetidissima 
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Romulea bulbocodium o/y
  columnae 
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Es una de las familias
de flores más abundante y estudiada de nuestro planeta, estimándose una
diversidad de 2000 especies, que se dan en zonas templadas y cálidas. 
El origen de su
nombre científico se remonta a 1753, cuando Carlos Linneo viendo el extenso colorido de
sus especies lo nombró como la diosa griega Iris
(ella es la personificación del arco iris que anuncia el pacto de los
humanos y los dioses y el fin de la tormenta)
Estas hierbas se
caracterizan por la belleza rojiza  y
azulona de  sus tépalos. Las flores de la mayor parte de las
iridáceas son grandes y llamativas. Por lo que es fácil ver algunas especies
cultivadas en jardines. 
Se puede definir
como unas plantas herbáceas y perennes provistas de rizomas o bulbos, ricos en
sustancias que le sirve de reserva, de los que parten los tallos.
Estos individuos son
polinizados por diversos órdenes de insectos, en concreto por abejas y moscas.
Los suelen atraer con una  recompensa
floral a base de néctar o polen. Sus semillas son dispersadas por el viento.
Se pueden localizar
en una gran variedad de ecosistemas: pastizales, matorrales, bordes de caminos,
dehesas y sembrados, y tanto  en zonas de
umbría como de solana.
Las especies
presentes en nuestra sierra de Alor se adaptan a nuestro climas estacionales;
que tienen un período de pronunciada sequía (verano) o frío desfavorables
(inviernos) para el crecimiento vegetal y durante el cual las plantas
permanecen latentes; no obstante, el Iris
planifolia tiene su etapa de desarrollo en invierno, este lirio se ha
adaptado especialmente al periodo del frío. Por esa razón, nuestras iridáceas
son de hoja caduca ya que sus partes aéreas (hojas y tallos) se secan cuando el
bulbo entra en letargo. Estas plantas sobreviven así  en épocas que no son favorables para el
desarrollo, protegiéndose bajo el suelo.
Viendo sus
especiales características, es fácil deducir que debemos conservarlas, evitando
que sean arrancadas o cortadas para servir de adorno en nuestros hogares y
arriates, convirtiéndose en una belleza efímera. Por lo que, por su delicadeza,
no voy a indicar lugares con más concreción; y así permitir que las
generaciones venideras puedan seguir disfrutándolas como
nosotros lo estamos haciendo. 




