sábado, 2 de diciembre de 2017

LAS NOCHES DE LA SIERRA DE ALOR

 DIEGO CORRIENTE: hermano de la noche.
“Perderse” con nocturnidad en el LIC Sierra de Alor y Montelongo es como jugar a ser un poco cuatrero; pero qué supone eso…
Supone escuchar al búho real, sentir el suave murmullo de la hierba al paso de la gineta, inhalar el orégano en flor,…  y con una manta en el suelo y recostado sobre ella observarás el brillo de la multiplicidad de estrellas que tintinean sobre el puro cielo extremeño, a la vez que sobre tu espalda sientes la historia de Diego Corrientes; bandolero hermano de la noche. Es posiblemente el personaje, de nuestra Edad Contemporánea, que más disfrutó de la noche estrellada de este entorno protegido.
Por eso y simplemente por eso, se recomienda recorrer la noche de este enclave al paso de los sentidos, lento y absorbente; donde  la luna aliada y compañera te iluminará a cada tramo que camines.
Pero, ¿quién era ese  hermano de la noche?
Hagamos una breve  historia para conocer este hombre libre:
Todos los que habitamos bajo la influencia de la Sierra de Alor, alguna vez hemos escuchado hablar de Diego Corrientes, famoso bandolero, “de dos varas de cuerpo, blanco, rubio, ojos pardos, grandes patillas de pelo, algo picado de viruelas y una señal de corte en el lado derecho de la nariz”, al que se le acuñó la expresión “robaba a los ricos para dárselo a los pobres”.
Su guarida es (y seguirá siendo) una casa de construcción simple; consiste en una única habitación que serviría de dormitorio, cocina y almacén. Tiene una chimenea del tipo alentejana al fondo de la “cueva”; incrustadas en los muros de las paredes tienen unas alacenas  tanto al lado de la chimenea como cerca de la entrada; que supuestamente, él utilizaría como despensa de alimentos y como depósito de municiones y armas. El techo es una bóveda de poca altura recubierta de cal. Utilizaba este recinto como última estación para pasar a Portugal y vender los caballos que robaba a los ricos.
Cuenta la leyenda, que sin la complicidad y la simpatía de los lugareños, el “bandolero generoso” no hubiera tardado mucho en ser localizado.
            En torno al mito de Diego Corrientes Mateos encontramos otro lugar de importancia, el cortijo del Pozo del Caño. Este rincón se encuentra a dos kilómetros de San Jorge de Alor, en el margen de la carretera. Destacamos su chimenea de forma cilíndrica y su pilar que servía de abrevadero para los animales de tiro. Fue aquí donde lo apresaron, supuestamente por una traición de su novia.
Como recuerdo, nuestros mayores todavía recitan algunas de aquellas poesías que aprendieron al calor de la shuné (chimenea), que definen la impronta histórica qué dejó entre los habitantes de este municipio:




¿Dónde vas Diego Corriente?
Con tu caballo cuatralbo,
tu hembra en el pensamiento
y con tu trabuco en la mano.

¿Dónde vas Diego Corriente?
Con tu grande fantasía,
qué a los ricos robabas
y a los pobres socorrías.

Murió en la horca  en 1781. Pero su leyenda se encuentra viviendo escondida entre los troncos retorcidos del olivar bajo esta atmósfera extremeña. Seguirá siempre aquí, porque ya impregna el ADN del limpio cielo de este LIC. 

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