PAISAJE AGRARIO

Con un paseo por estos paisajes y con ganas de observar podemos encontrarnos con señales ineludibles del paso de la historia; que nos informa, que esta tierra ha dado el sustento a muchas generaciones; señales como las que encontramos en la Sierra de Alor donde podemos descubrir piedras de moler el grano de la época del neolítico, o en la rivera de Olivenza en la cual también podemos localizar los antiguos molinos en los que el agua era la fuente de energía que hacía mover la piedra que trituraba el grano, datos que nos indica que caminamos por una zona de cultivos.

 

Sin lugar a dudas el sector primario ha sido y sigue siendo la principal área de recursos de nuestro municipio, hecho que ha marcado la historia y las características de la demografía de este rincón extremeño. Debido a que la rentabilidad de este sector está influenciada por los fenómenos atmosféricos y mercantilistas, sin olvidar que estas tierras fronterizas llevan impresas el carácter rayano y latifundista de Extremadura,  ha provocado que las esperanzas de una vida mejor estuvieran en otras comunidades.

 

No obstante; nuestros suelos, por su baja fertilidad, han estado más ligados a la ganadería que a la agricultura. Ha sido en las últimas décadas cuando han aparecido diferentes tipos de cultivos, con una base más industrial, en las que el uso de fertilizantes químicos y una mecanización más especializada han hecho que se pasara de una agricultura de autoconsumo a una agricultura de mayor productividad.

 

El olivar se convirtió en un tipo de cultivo familiar, de pequeñas parcelas, que ha permitido en la actualidad una aportación económica para subsanar la delicada renta del hogar en los meses de noviembre y diciembre. En las últimas décadas el desarrollo mecanicista de este sector ha hecho que esta especie arbórea vaya ocupando otras zonas más fértiles y llanas donde la industrialización y el uso de nuevas técnicas conllevan una mayor rentabilidad. Cabe reseñar que este árbol se llegó a encontrar reducido a la Sierra de Alor donde el carácter calizo unido a la inclinación del terreno, que dificultaba el uso de maquinarias,  ha permitido que en sus suelos se desarrollen una gran variedad de orquídeas.

 

La vid empieza a abrirse paso entre el olivar y la dehesa; con un gran hándicap, la ausencia de denominación de origen; pero, la creación de una bodega en los márgenes de Puente Ayuda nos permite tener en cuenta este sector como un recurso más para potenciar nuestra economía.. Estas cepas nos muestran un paisaje geométrico que nos incita a obtener imágenes con una composición pictórica  en la que se conjuga el color con las líneas en el horizonte.

Como reductos de la historia encontramos algunas huertas, estos lugares se constituían en fuentes de alimentación de carácter familiar; son auténticos jardines botánicos donde se conservan todavía algunas especies arbóreas casi exclusivas de nuestro municipio (bruños, peros, moras…), sin saber por cuanto tiempo, ya que van siendo sustituidas por otras de desarrollo más rápido y con más alta productividad pero con menor longevidad y sabor. En estas pequeñas huertas reliquias, que han sido desplazadas por los monocultivos,  podemos observar las  antiguas norias que eran las maquinas hidráulicas que servían para extraer el agua que después se utilizaba para regar los árboles frutales y hortalizas.

En la década de los 50 aparecen las primeras zonas de regadíos dentro del Plan Badajoz; proyecto que nació por una parte para evitar la emigración y por otra para que todos pudiéramos tener una propiedad y convertirnos en autónomos. Estos pequeños empresarios tuvieron que compaginar sus parcelas con jornales en explotaciones agrícolas de mayor calado mercantil.

 

A modo de resumen, si realizáramos una rápida observación aérea, delataría el predominio de los suelos de secano frente a los de regadío.

Pasear por estos lugares es buscar entre la historia de un municipio en el que el cultivo ha supuesto una de las bases de la supervivencia de las personas que habitaban estas tierras.