Horno de cal, uno de los mejor conservado.
La cal es en
realidad el óxido de calcio, de fórmula CaO, también conocido como cal viva,
que puede ser combinada con agua, produciéndose una reacción violenta que
desprende mucho calor.
Es un elemento imprescindible y sus utilidades
fueron muy variadas en el siglo pasado: como elemento aglomerante de la
argamasa en todas las obras (al mezclar cal con agua y arena, se produce una
especie de mortero que se utiliza para pegar ladrillos, piedras y también para
aplanar paredes y techos), se usaba para blanquear las casas (las fachadas
pintadas con cal son más impermeables y más frescas), para realizar los zócalos
con figuras geométricas que engalanaban los portales de las viviendas, las
viñas se salpicaban con cal, los médicos recetaban agua de cal y las piaras también
se desinfectaban con ella evitando epidemias. Se comercializa en forma de polvo
blanco conocido como cal muerta o apagada.
Diseminados por la sierra de Alor.
En cada casa
se podía encontrar una tinaja destinada a este producto, con una caña metida en
su interior para removerla y evitar que se apelmazara, en realidad es cal
hidratada con un exceso de agua.
Tanta demanda
exigía una gran producción, que se realizaban en los llamados hornos de cal,
eran pequeñas fábricas en las que con fuego y rocas calcáreas se conseguía este
producto, óxido de cal mediante la calcificación de la piedra caliza.
Majanos de piedra.
Estos hornos
se ubicaban en el mismo monte de donde se extraía la piedra, aunque también
procedían de los majanos, que era una construcción típica agrícola de montones
de piedras perfectamente entrelazadas que se iban retirando de los campos para
facilitar las labores de labranza de los olivares, la forma más común, de estas
construcciones, era tronco piramidal.
Entrada a su interior.
Estos hornos
consistían en una excavación (“olla”) tapiada con piedras hasta la altura del
terreno. Para producir cal, se extraía la roca calcárea y se introducía en ese
cilindro; luego con grandes piedras se componía una bóveda partiendo de la base
interna del horno, se cerraba en falsa cúpula por aproximación de hileras a
través de una llave y se dejaban agujeros entre los pedruscos para que pudieran
pasar las llamas. Sobre esta bóveda, el resto del horno se llenaba de piedra
viva y se cubría con cal muerta o tierra. Sobre esta bóveda se llenaba de leña
fina y se prendía fuego. Era necesario añadir leña durante algún tiempo, que
variaba entre 9 y 15 días. La combustión de la madera que allí se depositaba
alcanzaba la temperatura de 900
ºC llegando incluso hasta los 1200 ºC consiguiendo que la
reacción fuera más rápida. La producción de cada hornada era de entre 90 y 150
toneladas de cal, una vez cocida, se tapaba perfectamente con retamas para
evitar que se mojara, ya que esto deterioraría su calidad.
Forma cilídrica.
Hasta aquí
llegaban los arrieros o los peones (aprendices de albañil) con los carros tirados
de mulas o los burros con los serones para cargar la cal y llevarla a las obras
o venderla por las calles.
Se localizan
diferentes zonas dentro de nuestro municipio donde disfrutaremos de los restos
de aquellos hornos de cal, conservándose de manera desigual. Uno de los
enclaves donde mejor se preservan es en la sierra de Alor donde logramos
observar varios hornos de cal, algunos
en muy buenas condiciones. Otras zonas calizas, donde podremos admirar estos
restos, se encuentran en el alto del Catrapós y en los márgenes del pantano de
Piedraguda (en los alrededores del área de comida y descanso al que se llega a
través del camino que bordea este embalse). Las visitas a estos lugares nos
permiten disfrutar de un entorno muy rico desde el punto de vista botánico ya
que conseguimos encontrar gran variedad de orquídeas y de plantas aromáticas.
Horno de cal visto por detrás.
Hola, muy interesante.. Nunca de acostaras sin saber una cosa más.. Un saludllo
ResponderEliminarGreat post, fantastic photos:) Greetings
ResponderEliminarSu lectura me ha hecho rcordar la calera de mi pueblo, Alcalá de Moncayo (Zaragoza), Interesantisimo.
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